viernes, 14 de agosto de 2009

Rumbo al fin de la tierra



Empieza la cuenta atrás. Poco más de dos semanas y me encontraré de nuevo en el camino, persiguiendo una vez más la milenaria ruta de la flecha amarilla.
La maquinaria está a punto. Las sabias manos del señor Luis de Castro, antiguo mecánico del "equipo Orbea" han afinado y rejuvenecido la "burra" que relincha de ganas de salir a los caminos a tragarse los kilómetros. Por mi parte siento algo parecido; aún no relincho pero casi. Curiosamente, he tocado poco la bicicleta. En una de mis primeras salidas los nuevos pedales automáticos me traicionaron y me fuí al suelo tontamente. Poca cosa, pero la rodilla izquierda quedó un poco maltrecha y tocaba cuidarla. A cambio, la piscina está siendo un estupendo recurso para afinar las cuerdas, tanto física como emocionalmente.
Todos los viajes son diferentes, tras el destino incierto nos aguarda la fortuna. En 2004 la meta era Santiago de Compostela, por el tradicional "camino francés". En 2006 tuve compañía; Unai, el "jockey de la 5º carrera" me acompañaba a explorar un tramo de ruta recien restaurado, el "camino vasco del interior". Llegamos hasta Santo Domingo de la Calzada, donde se cruza con el camino francés, y de allí vuelta en tren hasta Donostia.
En esta ocasión retomo una idea surgida en mi primer viaje, llegar a Fisterra, 89,5 km más allá de Santiago. En este mítico fin del mundo, donde el sol se funde con el Atlántico al atardecer, es donde los peregrinos recogían su concha de vieira en el arenal y ante la visión del oceano inmenso quemaban sus viejos ropajes en un rito que significaba la purificación.

Tengo prevista la salida para el 31 de agosto en Roncesvalles, Navarra.
Trataré de actualizar el blog diariamente con alguna foto, pero tampoco sería extraño que desapareciera durante algunos días pues esta aventura, afotunadamente, da para eso y para mucho más.